jueves, 23 de febrero de 2012

2012 AÑO INTERNACIONAL DE LAS COOPERATIVAS

  «Con su distintivo énfasis en los valores, las cooperativas han demostrado ser un modelo empresarial versátil y viable, que puede prosperar incluso en épocas difíciles. Su éxito ha contribuido a impedir que muchas familias y comunidades caigan en la pobreza». Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas
  La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 2012 como el Año Internacional de las Cooperativas y resaltó la contribución de las cooperativas al desarrollo económico y social, especialmente su impacto en la reducción de la pobreza, la creación de empleos y la integración social.
  Bajo el tema «Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor», el Año Internacional de las Cooperativas tiene tres objetivos principales:
  1. Crear mayor conciencia:
    Crear mayor conciencia del público sobre la contribución de las cooperativas al desarrollo económico y social, y al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
  2. Promover el crecimiento:
    Fomentar la constitución y el crecimiento de cooperativas, compuestas de personas e instituciones, para abordar sus necesidades económicas mutuas además de lograr una plena participación económica y social.
  3. Establecer políticas adecuadas:
    Alentar a los gobiernos y organismos reguladores a implementar políticas, leyes y normativas que propicien la constitución y el crecimiento de las cooperativas.
  Al crear conciencia sobre las cooperativas, el Año contribuirá a fomentar el apoyo y desarrollo de empresas cooperativas compuestas de personas y sus comunidades.

¿CÓMO CAMBIAR EL MUNDO?

  Por Esther Vivas

  ¿Cómo cambiar el mundo? Ésta es la pregunta que se formulan miles de personas empeñadas en cambiar las cosas, la pregunta que se repite a menudo en encuentros sociales alternativos... una pregunta que como bien decía el filósofo francés Daniel Bensaïd no tiene respuesta porqué “No nos engañemos, nadie sabe cómo cambiar el mundo”. No tenemos un manual de instrucciones pero sí que tenemos algunas pistas de cómo hacerlo y algunas hipótesis de trabajo.
  La lucha en la calle y en los movimientos sociales es la primera premisa, ya que no habrá cambios espontáneos desde arriba. Aquellos que hoy ostentan el poder no renunciarán sin más a sus privilegios. Cualquier proceso de cambio será fruto de la toma de conciencia de los de abajo y del combate por recuperar nuestros derechos desafiando desde la calle a los que mandan. Así lo demuestra la historia. 
  Pero también es necesario construir alternativas políticas que vayan más allá de la movilización social, ya que no podemos limitarnos a ser un lobby de aquellos que mandan. Es necesario ser capaces de plantear opciones políticas alternativas antagónicas a las hoy dominantes y que tengan su centro de gravedad en las luchas sociales. Siendo muy conscientes de que el sistema no se cambia desde dentro de las instituciones sino desde la calle, pero que no podemos renunciar a unos espacios que también nos pertenecen. 
  Hoy las instituciones están secuestradas por los intereses privados y del capital. Una minoría social, que es la que  tiene el poder económico, está totalmente sobre representada en las mismas y cuenta con el apoyo incondicional de la mayor parte de quienes ostentan cargos electos. La dinámica de ‘puertas giratorias’: aquellos que en la actualidad están en las instituciones y mañana en los consejos asesores de las principales empresas del país es una constante y una realidad. Nos presentan la ideología neoliberal como socialmente dominante... y esto es falso. Y por eso pensamos que voces anticapitalistas y antisistema serían útiles en las instituciones rompiendo con el discurso político hegemónico. Demostrando que “otros mundos” son viables y que “otra práctica política” es tan posible como necesaria.
  Hay que avanzar en ambas direcciones y supeditar esta última a la primera, creando mecanismos de control de abajo a arriba y aprendiendo de los errores del pasado tanto de la izquierda política como social. Partiendo de que nadie tiene verdades absolutas, de que el proceso de cambio será colectivo o no será, de que hay que aprender los unos de los otros, de que es necesario trabajar sin sectarismos ni seguidismos y que a menudo las etiquetas separan más que unen. Sin por ello caer en relativismos ni en renuncias ideológicas. Seguramente éstas sean las lecciones más difíciles: romper con el dominio moral e ideológico del sistema capitalista y patriarcal.
  Y como cambiar el mundo no es cosa de dos días... sino que es una tarea de largo recorrido, que requiere de constancia, perseverancia y de una “lenta impaciencia”, como señalaba de nuevo Daniel Bensaïd, es necesario ir avanzando en nuestras utopías desde lo cotidiano en paralelo a la movilización social contra las políticas actuales y en defensa de otras medidas. Modificando el mundo en nuestro día a día. Demostrando con nuestra práctica que “otra manera de vivir” es tan posible como deseable. Alternativas desde la economía cooperativa y autogestionaria, el consumo crítico y agroecológico, las finanzas éticas, los medios de comunicación alternativos... son iniciativas imprescindibles para caminar hacia otro modelo de sociedad. 
  Siendo conscientes de que éstas no son un fin en sí mismo sino un medio para avanzar sin perder de vista un horizonte de sociedad más justa y equitativa para todas y todos. Apostar por una economía solidaria en el día a día y reivindicar a la vez una economía fiscal progresiva, que los que más tienen más paguen, que se eliminen las SICAV, se persiga el fraude fiscal; construir proyectos agroecológicos y trabajar también para que se prohíban los transgénicos, a favor de un banco público de tierras; tener nuestros ahorros en una cooperativa de crédito pero reivindicar una banca pública al servicio de los de abajo. El camino se demuestra andando y no podemos esperar a mañana.
  Aunque no hay que olvidar que un cambio de modelo social requiere de la movilización consciente de la mayoría de la población y una proceso de ruptura con el actual marco institucional y económico. La irrupción de la “revolución” en el panorama político, a raíz de las revoluciones de Túnez y Egipto, a pesar de sus debilidades y límites, es por ello una magnífica e inesperada noticia que nos ha deparado este 2011.
  Asimismo tenemos que situar nuestro papel en el mundo y el impacto de nuestras prácticas en el ecosistema. Vivimos en un planeta finito, aunque el sistema capitalista se encargue de que nos olvidemos a menudo de ello. Nuestro consumo tiene un impacto directo allí donde vivimos y si todo el mundo consumiera como aquí lo hacemos un solo planeta no bastaría. Pero igualmente nos instan a un consumismo desfrenado y compulsivo, prometiéndonos que a más consumo más felicidad, aunque la promesa después nunca se cumple. Hay que empezar a plantearnos que tal vez podamos “vivir mejor con menos”. 
  De todos modos, nos quieren hacer culpables de unas prácticas que nos imponen. Nos dicen que vivimos en una sociedad consumista porqué a la gente le gusta comprar, que hay agricultura industrial y transgénica porqué así lo queremos... mentira. Nuestro modelo de consumo se basa en la lógica de un sistema capitalista que produce mercancías a gran escala y que necesita que alguien las compre para que el modelo siga funcionando. Nos quieren hacer cómplices de unas políticas que sólo a ellos benefician. Afortunadamente el mito del más mejor ha empezado a resquebrajarse. La crisis ecológica que vivimos ha encendido las luces de alarma. Y sabemos que esta crisis climática tiene sus raíces en un sistema productivista y cortoplacista.
  Hoy una ola de indignación recorre Europa y el mundo... rompiendo el escepticismo y la resignación, que durante años ha prevalecido en nuestra sociedad, y recuperando la confianza en que la acción colectiva sirve y es útil para cambiar el actual orden de cosas. Aprendemos de la Primavera árabe, del “no pagaremos su deuda” del pueblo islandés, del levantamiento popular, huelga general tras huelga general, en Grecia y ahora del latido de Occupy Wall Street en el “corazón de la bestia” que señala que frente al 1% que manda somos el 99%. Los tiempos se comprimen y se aceleran. Sabemos que podemos. 
  *Esther Vivas es coautora de "Resistencias globales. De Seattle a la crisis de Wall Street", entre otros libros. Artículo publicado en la revista Iglesia Viva.

EN BÚSQUEDA DE DEMOCRATIZAR LA ECONOMÍA

  Por Alberto Barlocci, docente del primer seminario del Ciclo Humanizar la Economía.Frente a los límites que muestra la economía convencional, gana protagonismo la Economía Social y Solidaria (ESS), fenómeno que representa la octava potencia económica mundial. 
  El siguiente texto fue extraído y adaptado de la videoconferencia de presentación del Ciclo que puede volver a verse haciendo clic aquí.
  Si queremos humanizar la economía tenemos que volver a las raíces de la economía y eso supone una lectura cultural diferente. ¿Por qué se esta dando este debate? 
  En primer lugar por los límites que está mostrando la economía capitalista que entró en una profunda crisis desde todos los puntos de vista. En Europa se está tratando de salvar a los que causaron la crisis penando a los que la están soportando. Esto es porque hay un norte -una orientación- que se ha perdido.

  Economía Real

  Más del 99% del movimiento de capitales diarios es de tipo financiero y especulativo y apenas el 1% del dinero que se mueve en todo el planeta es de economía real, es decir producto de producción de bienes y servicios; lo que significa que hemos transformado la economía global en una gigantesco “juego de azar”. Eso es fuertemente grave porque distorsiona el sentido de la economía: se está  trasladando la riqueza de una mano a otra, como en el juego de Poker, donde sólo gana uno y el resto pierde, mientras que en el intercambio comercial de la economía real todos se benefician, el que produce y el que adquiere el bien. 

  La ESS indica una nueva manera de articulación entre Estado, mercado y las empresas de la sociedad civil. Si queremos responder a los desafíos de la economía del siglo XXI necesitamos las tres partes: el Estado como articulador, la economía privada y la economía solidaria entendida de forma subsidiaria. Cada uno tiene un rol, el Estado ya no está en condiciones de garantizar la justicia social, la ESS interviene en la lógica del mercado, viene a decirle a la economía que si quiere ser una herramienta al servicio de la persona (por eso es una economía humanizada) tiene que entender que se habla de “mercado” también cuado se incluyen palabras como gratuidad, solidaridad, reciprocidad y fraternidad.

  Vivir la economía solidaria

  Este movimiento abarca desde el cooperativismo, el comercios justo, las  finanzas éticas, los microcréditos, el banco comunal,  a la economía de comunión y el turismo solidario, está indicando esta nueva articulación. Pero dicen ago más, no están yendo a cambiar el paradigma desde una actitud crítica y confrontativa, sino constructiva. Proponen la re introducción de estos valores y recuperar una visión antropológica, al homo Economicus, a la persona dentro de la economía.

  Existe una dimensión relacional de la persona, y tiene que ver con la red de relaciones en la cual nacemos y crecemos, dentro de ellas están las económicas.

  Todos los días optamos por elecciones que quizás no son convenientes desde el punto de vista económico, y sí desde el punto de vista de los valores. Estas relaciones crean otro tipo de bienes que no cotizan en el mercado. Son bienes como la confianza, la solidaridad, la transparencia, la honestidad, llamados bienes relacionales. Las empresas de la economía solidaria destacan la necesidad de aumentar en el mercado los bienes relacionales, sino tendremos un mercado cada vez más salvaje.

  Tomando protagonismo

  Hasta ahora el pensamiento económico consideró esas experiencias de ESS como algo secundario. Hay que diferenciar: no se trata de filantropía, ni valores genéricos para ser “más buenos”. Actitudes como esas siguen manteniendo la asimetría entre “personas necesitadas y personas que aportan”. Con la ESS se está construyendo una reciprocidad que supone igualdad entre las personas. Es relevante verdaderamente porque este fenómeno es la octava economía del planeta. Si se mide el PBI de la ESS en todo el  mundo obtenemos una economía equivalente a la del Reino Unido, pudiendo representarla en modo orgánico por ejemplo en el G8. Para los economistas esto es muy importante porque en la economía no se puede negar la realidad: si actúan en el mercado, son relevantes, y son un fenómeno cuantitativo, más allá de lo cualitativo que aporta al debate de valores.

  La ESS está aportando elementos para ayudar a democratizar la economía, para que la justicia social vuelva a tomar las riendas de la economía y así construir una convivencia civil mejor de la actual. 
  Nota: Alberto Barlocci es Presidente de Cláritas, abogado y docente del seminario Economía Social y Solidaría,  del Ciclo de Profundización Humanizar la Economía de modalidad virtual, que comienza el 19 de marzo de 2012. Esta parte del trayecto ofrece un panorama de las diferentes expresiones y organizaciones de la Economía Social y Solidaria en el mundo, haciendo hincapié en América Latina.